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El Pauro




Recordando a Gabriel García Márquez

Cuando la tarde de aquel 17 de abril supe la muerte de uno de los gigantes de la literatura universal en general y sudamericana en particular, mi corazón se encogió de tristeza, porque la muerte nos arrebataba a un genio de la palabra y la buena escritura; pero al mismo tiempo me consolé porque pensé que los grandes nunca mueren, y, los innumerables homenajes realizados a lo largo y ancho de nuestro mundo, han mostrado que “Gabo” es un ser conocido, aunque no personalmente, pero sí a través de cada una de sus obras, de su palabra infinita, de ese mundo imaginativo con que supo atrapar al mundo lector.

Así, en uno de los últimos homenajes en México, llamó mi atención la sorpresiva irrupción de un niño de corta edad portando carteles escritos por él mismo, con expresiones como. “El mar crecerá con mis lágrimas”, “La vergüenza tiene mala memoria”, “La vida es la cosa mejor que se ha inventado”. Como se ve, la vida de García Márquez fue fecunda, nació para ser el germen de la libertad y del amor.

El gran escritor nació para quedarse entre nosotros, fue creador de una nueva forma de narrar; un escritor que con su visión universal y un lenguaje propios traspuso los linderos de la literatura; un periodista que amaba su profesión pero. Como él mismo expresaba “odiaba las preguntas”; una persona que adoraba los silencios, (no hay obra donde exponga esta su vivencia) y con un encanto característico cautivó a intelectuales y políticos, y hechizó a millones de lectores en todo el mundo. El gran narrador y periodista colombiano, ganador del Nobel en 1982, es el creador de obras clásicas como 'Cien años de soledad', 'El amor en los tiempos del cólera', 'El coronel no tiene quien le escriba', 'El otoño del patriarca’, 'Crónica de una muerte anunciada' y muchas otras. Cada una de estas ediciones era esperada por su público lector y con avidez desaparecían de anaqueles y librerías.

Se afirma que, bajo un “aguacero extraviado”, un 6 de marzo de 1927, en Aracataca, nació Gabriel García Márquez, y, de la misma manera, el jueves 7 de abril de este año, a la edad de 87 años, bajo las primeras lluvias, murió en México, su segunda ciudad en vida, uno de los más grandes que fue el creador de un territorio eterno llamado Macondo donde conviven imaginación, realidad, mito, sueño y deseo y, como el mismo expresaba, era el mismo Macondo de todas y cada uno de los pueblos que existen en América.

El también Premio Nobel de Literatura americano, Mario Vargas Llosa expresó: “Ha muerto un gran escritor cuyas obras dieron gran difusión y prestigio a la literatura en lengua española en todos los países del mundo. Sus novelas sobrevivirán e irán ganando lectores por doquier. Envío mis condolencias a toda su familia”.

Ryszard Kapuscinski, periodista, historiador, escritor, ensayista y poeta polaco, ya fallecido, aseguró que, aunque lo admiraba por sus novelas, consideraba que “la grandeza estriba en sus reportajes. Sus novelas provienen de sus textos periodísticos. Es un clásico del reportaje con dimensiones panorámicas que trata de mostrar y describir los grandes campos de la vida o los acontecimientos. Su gran mérito consiste en demostrar que el gran reportaje es también gran literatura”.

Aunque él afirmaba: “Lo malo de la muerte es que es para siempre”. Como siempre ocurre, parece que no sucederá con esta gran vida.

Descanse en Paz el gran genio de la palabra.


Autor:

Angélica Guzmán