¿Cuán ecológicos son los libros digitales?
Una de las principales razones que se dan para defender a los libros digitales en comparación con los tradicionales libros de papel, es el impacto negativo que la fabricación de estos últimos tiene sobre el medio ambiente. A todas luces parece un argumento sensato cuando pensamos en la cantidad de árboles que hay que talar y en los químicos que se utilizan para la elaboración de la pulpa para la fabricación del papel con el cual serán hechos los libros.
Como una primera aproximación a responder este dilema, encuentro una lista en la que contraponen los pros y contras de los libros digitales en comparación con los libros de papel de acuerdo a su impacto ecológico. Es una lista que más bien parece de los mitos urbanos en relación a los libros, pero vale la pena considerarla. La reproduzco y comento:
1) El libro de papel mientras más se usa y más se lee, más “verde” (greener) se vuelve: el argumento es que si, si bien para fabricar un libro de papel hace falta talar árboles y usar químicos perjudiciales, este libro puede ser leído varias veces por la misma o por distintas personas y que, por lo tanto, al pasar de mano en mano “paga su costo” de alguna manera, ahorrando que se tengan que imprimir otros. Esto querría decir, que los libros de viejo serían más ecológicos que los nuevos. Obviamente, esto no toma en cuenta las consecuencias que tiene el deterioro de los libros de papel que incluye el polvo y los hongos, entre otros.
2) El peso de los libros: los libros en papel suelen ser pesados. Mientras más páginas tienen, más pesados son y, por supuesto, mientras más gramaje tenga el papel, pues más pesados aún. Los libros digitales, en comparación, son mucho más livianos. Sin embargo, ya se está pensado dónde se almacenarán la gran cantidad de documentos que se tiene previsto digitalizar para conservar la memoria humana. Hasta la luna ha sido pensada para este cometido.
3) Los libros digitales no pueden serlo sin energía: uno de los primeros puntos en contra de los libros digitales es que necesitan un vehículo para ser leídos. Bien sea una computadora, un lector de libros digitales, un iphone o un smartphone, lo cierto es que los libros digitales no pueden leerse sin energía, sin electricidad. Por poco que sea el gasto que implique, es un gasto para la naturaleza.
4) Los libros digitales no tienen valor de reventa Los libros de papel a medida que envejecen y se agotan se transforman en objetos especialmente valorados en el mercado de los libros de viejo. El mundo editorial español, en particular, tienen una velocidad de recambio de los títulos, que muy pronto muchos de los libros que están hoy en los mesones de novedades pasan a ser reciclados, sus páginas convertidas nuevamente en pulpa para la elaboración de nuevos volúmenes. Los que sobreviven se transforman en ejemplares raros y más valorados, mientras que los libros digitales no tienen un valor editorial como tal. Allí ya hay otro punto interesante para reflexionar.
5) Libros digitales=basura digital: Los libros digitales no vienen solos, es decir, no existen si no es a través de equipos electrónicos que le sirven de vehículo de publicación. Sean lectores especiales para ebooks como el Iliad o el Kindle, a cualquier tipo de pda o teléfono celular, tal como ocurre con las computadoras los equipos en los cuales leamos nuestros libros digitales, pasarán de moda y vendrán nuevos con más capacidad y nuevas utilidades que nos llevarán a sustituirlos y comprar nuevos. Los viejos quien sabe dónde quedarán: arrumados en alguna esquina o francamente en la basura haciendo crecer mucho más los desechos digitales que contaminan, entre otros, a nuestros mares.
Cinco puntos para reflexionar sobre el impacto ambiental de libros digitales y libros de papel. Por supuesto no se agotan y habrá muchos otros que puedan aportar nuestros lectores. Los demás temas, como el impacto educativo por ejemplo, quedarán para otros post. Mientras tanto, de lo que si no hay que dudar es de que lo que se viene es una carrera por nuevos equipos y formatos que desarrollen y hagan accesibles los libros digitales. Habrá que considerar la fuente de energía, entre otros.
Fuente:
Fundación Saber